Otra vez me he obligado a terminar un libro que no me estaba gustando. Tampoco es que no me haya gustado… es que a Morir con cero, de Bill Perkins, le sobran al menos 150 de sus 200 páginas.
El argumento del libro es
impecable: “En lugar de centrarte en ahorrar para tener un gran frasco lleno
de dinero que lo más probable es que no seas capaz de gastarte en vida, vive tu
vida al máximo ahora: persigue experiencias memorables (…)”.
Es difícil no estar de acuerdo
con esta idea, sobre todo cuando se presenta con realismo y sensatez. Bill
Perkins no propone una vida disoluta ni sin objetivos. Lo que plantea es que
pongamos en orden nuestras prioridades: que antepongamos la salud, la familia y
la realización personal a la pura acumulación.
Estoy muy de acuerdo con esa
aproximación. Intento vivir así, con equilibrio. Pero para recordarme lo
importante, no necesito 200 páginas. El libro se hace repetitivo.
Yo, sinceramente, me quedo con
unas estrofas de la chirigota Los Calaíta, ganadores del último Concurso
del Carnaval de Cádiz. Dicen más en un par de minutos que muchos libros
enteros:
“La minuciosa
comparativa del Carnaval con la propia vida, que a fin de cuentas, no te das
cuenta que es tan eterna como fugaz. Y, acabando su compás, es cuando somos
conscientes que todo tiene un final (...).
Ríe, aunque no
sea conmigo. Ríete de todo en la vida y canta. Rodéate de amigos y seres
queridos, perdona y avanza, que no hay otra forma de estar en paz y de ser
feliz. Jamás te olvides de ti. Cuando esto se acabe, no te arrepientas de ver
la vida pasar. Vive. Tú, que aún estás vivo, aprovecha cada segundo y ama.
Enséñales a tus hijos que no hay barreras ni miedo a nada (...)”.
Háganme caso: vean el vídeo.
Merece la pena.
Y se ahorran 150 páginas.